miércoles, 1 de junio de 2011

Cuentos para jugar, Gianni Rodari

Por ayudar a una viejecita, El tamborilero mágico tiene un extraño poder: Hacer bailar, con su tambor, sin parar, a cuantos le escuchen. A Pinocho el astuto le crecía tanto la nariz por decir mentiras pero en vez de asustarse, se cortaba un buen trozo de su nariz de madera y la vendía. Aquellos pobres fantasmas del planeta Bort deciden abandonarlo porque no consiguen asustar a sus habitantes. El perro que no sabía ladrar, aprende cuando encuentra el maestro adecuado. La casa en el desierto llamaba la atención porque su dueño la había edificado utilizando monedas de oro y plata en vez de piedra y ladrillos. El flautista y los automóviles llegaron al río, los niños de aquel pueblo estaban contentos porque las calles se quedaban vacías pero los mayores reclamaban su coche. La vuelta a la ciudad siguiendo un círculo dibujado con un compás, era la que pretendía dar Paolo. Cuando en Milán llovieron los sombreros, los ciudadanos se preguntan qué podía estar pasando. La Alarma en el Nacimiento surgió cuando un niño coloca unas figuras viejas que son rechazadas por algunos pastorcillos. El doctor Terríbilis ha fabricado un artefacto para arrancar a la Luna de su órbita y pedir un rescate por ella. Voces nocturnas son las que oye un viejo señor cuando está en la cama y como es tan bueno, corre a ayudar a quien lo necesite. El Mago Giró se da cuenta de que sus trucos ya no interesan a nadie y decide organizar su vida de otra manera. La aventura de Rinaldo consistió en que después de caerse de la bicicleta, tuvo un superpoder para crear cualquier objeto sólo con pronunciar su nombre. El anillo del pastor le volvió invisible cuando unos bandidos le buscaban para matarle. Un Taxi para las estrellas fue el que cogió un extraño señor en dirección al séptimo planeta de la estrella Aldebarán. La enfermedad de Tino consistía en que cuando se le dejaba solo, empequeñecía. La aventura con el televisor la vivió un doctor al volver casa y encontrar a una presentadora de televisión en el salón. Por más que tiraban de ella el hortelano y su mujer, no conseguían sacar de la tierra a La gran zanahoria. Cien liras en el bolsillo se encontraba un pobre muchacho cada vez que se metía las manos en el bolsillo de su pantalón. En el tren, El gato viajero habla con sus asombrados compañeros de departamento.



Gianni Rodari nació en Omegna, Piamonte (Italia). Maestro, periodista y divulgador de la nueva pedagogía en Italia, empezó a escribir para niños en 1950. Publicó más de veinte libros en los que combina magistralmente el humor y la imaginación con una visión irónica del mundo actual. En 1970 recibió por el conjunto de su obra, el premio más importante que se concede a la literatura infantil: El Hans Christian Andersen. Murió en 1980.




Nos vemos el sábado 8 de octubre. A las 11.30 horas.